El mizawün, práctica ancestral mapuche de compartir alimentos, adquiere un valor especial en el contexto de la Educación Parvularia. En esta etapa formativa, donde los niños y niñas construyen sus primeras nociones de comunidad, identidad y afecto, el mizawün se transforma en una experiencia educativa integral.
Durante esta actividad, los párvulos no solo comparten alimentos saludables, sino que también aprenden a esperar su turno, agradecer, respetar las diferencias y valorar el gesto de dar. Se promueve así el desarrollo de habilidades socioemocionales fundamentales como la empatía, la generosidad y la cooperación.
Además, el mizawün permite integrar saberes culturales en el aula, visibilizando la cosmovisión mapuche y fomentando el respeto por los pueblos originarios desde los primeros años. A través de canciones, relatos, juegos y preparaciones tradicionales, los niños y niñas se conectan con una herencia viva que enriquece su formación.
Esta práctica también fortalece el vínculo con las familias, quienes muchas veces participan activamente en la preparación de los alimentos y en la ambientación del espacio. Se genera así una comunidad educativa más cohesionada, donde el aprendizaje se construye entre todos y todas.
Porque cuando los más pequeños aprenden a compartir desde el cariño y el respeto, están sembrando las bases de una sociedad más justa, inclusiva y consciente.