El mizawün es una práctica ancestral del pueblo mapuche que va mucho más allá de una simple comida comunitaria. Es un acto profundamente simbólico y espiritual, donde compartir alimentos es compartir vida, memoria y afecto. En contextos ceremoniales como el Llellipun o el Trafkintu, el mizawün reafirma los lazos entre las personas, honra a la Ñuke Mapu (Madre Tierra) y fortalece el kvme mogen (buen vivir).
En nuestra comunidad educativa, los cursos se organizaron junto a sus familias y apoderados para dar vida a este momento de fraternidad. Se dispusieron mesas con alimentos preparados con dedicación: desde catutos y tortillas rescoldadas hasta verduras, frutas, pan amasado y otros sabores típicos de nuestra tierra. Cada comida fue una expresión de cariño, historia y pertenencia.
El mizawün es también una forma de reciprocidad: quienes participan no solo comen, sino que entregan lo que tienen desde la generosidad y el agradecimiento. Alrededor de la mesa, niños, jóvenes, adultos y mayores se reúnen a conversar, compartir recuerdos y escuchar saberes que fortalecen la memoria colectiva.
En espacios escolares, esta práctica tiene un profundo valor pedagógico: educa desde la experiencia, visibiliza la cultura mapuche, y nos recuerda que aprender también es sentarse juntos, mirarse a los ojos y compartir el pan.